Desvelan el secreto del brebaje que convertía a los guerreros de élite vikingos en locos y letales
Un nuevo estudio afirma que el beleño negro («Hyoscyamus niger») era utilizado por los berserker para entrar en trance antes de la batalla. Hasta ahora, la teoría más extendida era que la sustancia que ingerían era «Amanita muscaria»
Las sagas, una mezcla de historia y mitología nórdica, describen con especial ferocidad a los berseker. Afirman, con devoción, que eran «aquellos a los que el hierro no puede dañar». Guerreros de élite vikingos («casi una guardia personal», según explica el reconocido investigador Manuel Velasco Laguna en «Breve historia de los vikingos») que combatían en estado de trance y demostraban una ferocidad extrema contra el enemigo. Hasta tal punto obviaban el pavor a ser traspasados por una espada que acudían a la batalla sin armadura y, enajenados por la ira, mordían sus escudos como una suerte de ritual previo al baile de los aceros. Si es que puede denominarse de esta forma a la brutalidad carente de finura y esgrima que exhibían en el campo de batalla.
¿Cómo conseguían llegar a ese trance? Hasta ahora, las investigaciones afirmaban que lo hacían ingiriendo un brebaje elaborado a base de «Amanita muscaria», un hongo conocido también como «matamoscas» o «falsa oronja» y que, además de poder producir daños intestinales y hasta la muerte, cuenta con efectos secundarios beneficiosos para el combate. «La clínica se inicia entre 20 y 180 minutos tras su consumo, con un cuadro gastrointestinal, además de mareos, vértigos, ataxia e incoordinación, convulsiones, euforia, alteraciones de la conducta, alteraciones visuales y alucinaciones», explican un compendio de expertos de farmacología y botánica en el dossier «Drogas emergentes: plantas y hongos alucinógenos».
Sin embargo, un nuevo estudio elaborado por el doctorando Karsten Fatur (etnobotánico de la facultad de farmacia de la Universidad de Ljubljana) ha puesto en duda la teoría de la «Amanita muscaria» y ha afirmado que existe otra planta cuyos efectos secundarios se ajustan mucho más a los síntomas que los berserkers habrían mostrado en batalla: el «Hyoscyamus niger» o beleño negro. Sus conclusiones, que ya habían sido expuestas en un artículo publicado el noviembre del pasado año bajo el título «Sagas of the Solanaceae: Speculative ethnobotanical perspectives on the Norse berserkers», acaban de saltar a la actualidad después de que el diario «The Times» le haya entrevistado.
La victoria de este investigador ha sido contrastar las dos posibilidades. Y es que, la teoría de que el beleño negro era utilizado por los berserker ya había sido esgrimida por otros autores. Ejemplo de ello es que se recoge de forma sucinta en el dossier divulgativo «La furia vikinga, el cáñamo y la amanita muscaria», elaborado por Mónica Hinojosa e Isidro Marín-Gutiérrez. «Los vikingos consumían cerveza con beleño negro, planta enteogénea de la familia de las solanáceas. Esta produce una sensación de gran ligereza, parece que uno pierde peso y se siente tan ingrávido que acaba creyendo que se eleva por los aires», explica.
Furia berserker
Velasco Laguna define a los berserker como un tipo de fuerzas que «casi se podrían considerar la guardia personal» de reyes y jarls. En la práctica, eran tropas que luchaban con una ferocidad extrema sin preocuparse de su integridad. Para el resto, parecía que no tenían miedo a la muerte ni a la habilidad del enemigo. Destacaban y eran reconocibles en mitad del campo de batalla porque combatían sin armadura (a veces acudían desvestidos de cintura para arriba) y apenas portaban algunas pieles. «A la hora de un ataque ocupaban las primeras fila y eran el núcleo a través del cual se construía un ejército», afirman los autores de «La furia vikinga, el cáñamo y la amanita muscaria».
Gracias a diferentes hallazgos arqueológicos (entre ellos, unas figuras de ajedrez del siglo XII en las que aparecen representados con grandes dientes) se sabe que mordían sus escudos por pura ira antes de la contienda. Una furia que provenía del estado de trance en el que entraban («berserkergang») en espera del enfrentamiento. «Se lanzaban al combate con furia ciega. Se ha testimoniado el caso de que se arrojaban al agua antes de tiempo desde un drakkar y se ahogaban», añaden los autores del mencionado dossier.
Al parecer, causaban pavor a amigos y enemigos ya que, en mitad del enfrentamiento y debido a su extraño estado, no discriminaban a la hora de repartir hachazos y espadazos a todo aquel que se interponía en su camino.
El autor español los define como unos fanáticos religiosos y fieles devotos de Odín, el dios de la guerra. Las leyendas que se narraban sobre ellos eran incontables. La más famosa es la que señalaba que obtenían su poder de esta misma deidad. «Se decía que, cuando Odín galopaba sobre su caballo, de la boca de este caía una espuma roja que al llegar al suelo se transformaba en un hongo», explica. Otras afirmaban que tenían la capacidad de mudar su aspecto y transformarse en animales salvajes.
En las crónicas, los berserker combaten, por lo general, en solitario o -como mucho- en pequeños grupos. Aunque es cierto que en algunas sagas como la de Egil Skallagrímson se habla de doce de ellos al lado del rey. Con todo, el más famoso de estos guerreros fue el que luchó en la batalla de Stamford Bridge. En ella, y siempre según la tradición, uno solo defendió durante horas un puente de las tropas del monarca anglosajón Harold. Acabó con nada menos que una cuarentena de enemigos hasta de que le derribaron. Y no lo consiguieron en un enfrentamiento singular, sino gracias a una lanza desde el agua.
Una de las leyendas más famosas sobre los berserker, la que explicaba que se convertían en hombres lobo, hizo que fuesen repudiados tras la llegada del cristianismo a pesar de que, durante la era vikinga, formaban parte de la élite de la sociedad. Poco a poco, empezaron a ser considerados locos y proscritos. En 1015, por ejemplo, el jarl Eirikr Hákonarson de Noruega les declaró fuera de la ley, algo que se replicó, un siglo después, en la ley islandesa. En el XII ya habían desaparecido de la vida pública.
La planta de la locura
Tal y como explica Fatur en su investigación, la versión de la «Amanita muscaria» fue registrada hace más de un siglo y, desde entonces, se ha generalizado a pesar de que «sus efectos no coinciden completamente» con los que sufrían estos guerreros. En sus palabras, el beleño negro, utilizado desde la Edad Media en brebajes analgésicos y asociado de forma tradicional a las brujas, cuenta con alcaloides tropánicos (un compuesto encontrado también en la cocaína) como escopolamina, hiosciamina y atropina. Todas ellas, sustancias que reducen el dolor y atesoran capacidades hipnóticas y espasmódicas.
«Pretendo subrayar los problemas con la teoría original y ofrecer un intoxicante alternativo que se ajusta mucho mejor a los informes del comportamiento berserker», sentencia.
Según ha desvelado el doctorando al diario «The Times», el beleño negro «habría reducido la sensación de dolor» de estos combatientes y los «habría vuelto salvajes, impredecibles y muy agresivos». A su vez, el resto de sus efectos secundarios («disociación y pérdida de contacto con la realidad») podría haber hecho que se lanzasen contra el enemigo sin miedo a la muerte. Finalmente, considera que sería una explicación plausible para otros símtomas descritos en las crónicas como la hiperactividad o la tendencia a desnudarse en el fragor de la batalla.